Somos Del Color Que No Puedes Ver

Thursday, April 26, 2007

Pequeña fabula Observada por un Árbol del Tiempo:

Había una vez un Árbol del Tiempo que estaba haciendo la fotosíntesis armoniosamente a orillas de un lago. Los pájaros reposaban sus días entre sus ramas color café y sus hojas infantiles que aprendían a sonreír sin preguntar porque.
Un día como todos, entre tanta fauna salvaje nació una nueva forma de vida bípeda que muy rápidamente se separo del resto de los seres que habitaban la tierra junto a los Árboles del Tiempo. Esta especie bípeda se autoproclamaba creadores de todo, destruyendo la experiencia artesanal a la que un ser tierno y eterno le había regalado el bien mas preciado de todos, la vida. De sus retorcidos inventos surgió uno que seria el principio del final del planeta que los acunaba, La Revolución Industrial.
Los ocasos dimensionales agonizaban y morían. Y volvían a nacer solos en horizontes cada vez más vacíos de oxígeno. Los entes malignos, esas extensiones de la revolución industrial, vivían su muerte creciendo a base de los Árboles del Tiempo, cuyas comunidades decrecían en número considerablemente con las románticas muertes de los soles y sus posteriores nacimientos y así fue durante tiempo impreciso.
Las mentes de esa especie bípeda denominada Hombre se habían atestado de humo marginando parcialmente a los sueños, los hombres habían invertido su tiempo produciendo muerte y agonía constante, produciendo esclavitud continua para sus hijos en rutinas mecánicas de nada.
Pero hubo algo que rompió con la monotonía gris de los días, algo que gesto desde el principio del tiempo en las entrañas de las montañas, algo que dormía en las raíces de los Árboles del Tiempo. Mágicamente, gracias al polvo de estrellas que el viento hacía bailar en el aire, ese misterio que dormía en los Árboles del Tiempo encontró la manera de traspasar esa pared de ilusiones, conformada por pelos y piel. Aprendió la forma de llenar desenfrenadamente en silencio las venas de ese algo llamado Hombre.
Así los sentidos del Hombre se sensibilizaron viendo espejos en cada forma de vida, en cada expresión individual del Sol. Se vio reflejado en cada ser vivo que sufría a merced de sus creaciones nefastas. El hombre entonces decidió alejarse de la rutina de cemento que por tanto tiempo lo había mantenido ajeno a su esencia, para volver a esa forma pura de ser junto a los Árbol del Tiempo.

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